Descripción
La Fundación Canal exhibe, hasta el 19 de agosto, una completa retrospectiva del célebre fotógrafo británico.Dicen que su talento y su ojo fotográfico fueron tan afilados como su lengua viperina. Hablar de Cecil Beaton es hablar del siglo XX.
Su galería de retratados es un «quién es quién» de la pasada centuria. Todo aquel que quisiera ser alguien tenía que pasar ante su cámara Rolleiflex. Hijo de un comerciante de madera, nada hacía pensar que aquel niño londinense de clase media acabaría codeándose con la realeza y la aristocracia de su tiempo y que entre sus amistades figurarían las estrellas más rutilantes de Hollywood.
Su vida dio un giro radical en 1927. Fue en una fiesta en casa de Stephen Tennant, el hijo frívolo y narcisista de un barón, donde descubrió que lo suyo era el lujo y el glamour y no la «mediocre» clase media. Tennant lideraba a los Bright Young Things (jovencitos brillantes), cachorros de la aristocracia británica que hicieron del hedonismo bohemio su bandera. Beaton se unió a ellos.
Se convirtió en un dandi «bon vivant» y creó su propio paraíso: Ashcombe, una casa de campo en Wiltshire donde celebraba sonadas fiestas. Son los felices años 20.
En qué consiste la exposición
La exposición «Cecil Beaton: Mitos del siglo XX», es la primera en Madrid del célebre fotógrafo, organizada por la Fundación Canal. Comisariada por Oliva María Rubio y Joanna Ling y enmarcada en PHotoEspaña, abre sus puertas hasta el 19 de agosto. Ha reunido 115 imágenes (la mayoría vintages), procedentes del Archivo Cecil Beaton, que adquirió la sala de subastas Sotheby’s en 1977, aún en vida del artista.
Un tesoro formado por más de 100.000 negativos, 10.000 copias impresas y 42 álbumes fotográficos. Oliva María Rubio destaca que Beaton era «un trabajador ambicioso e incansable, muy perfeccionista (estuvo seis décadas en activo y ni siquiera el infarto cerebral que le paralizó su brazo derecho le hizo tirar la toalla).
No acabó ninguna carrera, pero, además de fotógrafo, hizo escenografías y vestuario para teatro y cine, escribió 38 libros y 6 diarios. Fue un hombre del Renacimiento, que se reinventó continuamente». Las fiestas, la música, el champán, las lentejuelas… Todo eso acabó con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, otro de los puntos de inflexión de su carrera.
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