Descripción
Veraneantes’, ganadora de 5 Premios Max, entre ellos, mejor espectáculo y mejor adaptación teatral.
A través del paradójico espíritu festivo, esta “tragedia a ritmo de canción del verano” transmite una reflexión enjundiosa sobre la dignidad del ser humano, la intolerancia y la necesidad de cambio.
El director Miguel del Arco ha acercado la obra original del dramaturgo ruso Gorki al ambiente de nuestra España actual, imprimiendo transparencia y ligereza a su versión y reuniendo un reparto de once espléndidos actores, con una enorme complicidad entre ellos. La respuesta fue abrumadora: críticas maravillosas y mensajes llenos de entusiasmo en nuestra web y en Facebook. “Una sensación de plenitud” (El Mundo). “No se lo pierdan” (ABC). “Un verdadero lujo para nuestra escena” (El País).
“Vienen, lo ensucian todo y se van”
Veraneantes. El título no deja lugar a dudas, el verano es propicio para todo tipo de reuniones y cómo no, para unas vacaciones con los amigos en una casita cerca de la playa. Sol, playa, cócteles, música, fiesta y amigos, ¿qué más pedir? Pues que tus amigos sean medianamente normales, ¿es esto posible? Si nos quedamos en esferas puramente superficiales, podríamos aparentar cierta normalidad mientras que si desvelamos zonas confusas de nuestro interior el resultado sería bien distinto.
Veraneantes agrupa a un grupo (valga la redundancia…) de amigos, hermanos, cuñados en la treintena y cuarentena dispuestos a pasarlo de fábula durante las vacaciones de verano. Pero no todos se estiman, ni todos se respetan y menos aún se quieren. Rápidamente afloran problemas personales, parejas infelices, malestares internos, conflictos de ideas e ideologías, vicios inconfesables, pasados para olvidar, futuros sin perspectivas etc… Cuando Maxim Gorki estrenó su obra en 1904, Rusia vivía un agitado momento que planteaba la utopía comunista como una alternativa de progreso social. Tras comprobar el resultado de dicha revolución, hoy seguimos buscando (algunos más que otros) un camino justo hacia el progreso.
Miguel del Arco, director de esta función, ha adaptado además con gran acierto el texto de Gorki a nuestros días. El problema es que cuando uno escribe se ve incapaz luego de recortar y prescindir de ciertos momentos por lo que fácilmente llega a sobrepasar las dos horas y en este caso hasta dos horas y media. Demasiada larga en ocasiones, es inevitable que el espectador se canse, busque la posición adecuada en su silla y sueñe con un descanso para mover las piernas y relajar sus neuronas por un momento. Aún así Veraneantes ofrece tantos momentos buenos y tantas propuestas interesantes que el tema del tiempo queda relegado a un segundo lugar. Miguel del Arco ha tenido la osadía de montar una obra a cuatro bandas, el público rodea la escena y los actores entran por diagonales. No podría haber sido mejor elección, la puesta en escena a cuatro bandas obliga a los actores a un estado permanente de concentración debiendo favorecer al público a tiempo completo, los obliga también a un trabajo corporal y a una coreografía de movimientos y desplazamientos mucho más rica en detalles y precisión y finalmente obliga al espectador a sumergirse en una historia cercana de la que no puede escapar porque el cuatro bandas te atrapa y no te deja, te convierte en un ojo que se fija en casi todo, no sólo prestas atención a la palabra sino a la escucha, a la espera, a la respiración de unos personajes siempre activos.
La música de Arnau Vilà es un auténtico subidón de adrenalina y los actores entran y salen con naturalidad, acoplándose perfectamente a un sistema de interpretación bastante complejo. Todos tienen su momento estelar, desde la hippy Lidia (Lidia Otón) al artista incomprendido (Cristóbal Suárez) pasando por las dudas de Bárbara Lennie, la energía contagiosa de Miquel Fernández o los ideales de Manuela (Manuela Paso) y sin olvidar la inmejorable ama de casa infeliz (Miriam Montilla) y el aspirante a candidato de su partido (Israel Elejalde). Me han quedado unos nombres por el camino, pero eso no significa que sus personajes brillen también con luz propia.
Miguel del Arco plantea una pregunta sencilla (o quizás no tanto): ¿hacia dónde vamos? ¿Es el progreso sinónimo de éxito material? El dinero se ha convertido en el único leitmotiv de una sociedad que ha dejado caer en el olvido valores tan esenciales como el amor, la amistad, la solidaridad, la tolerancia, la valentía y la ética. ¿Seremos capaces de recuperarlos? ¿De dirigirnos hacia una sociedad humanista? Ojalá, mientras tanto hay directores y actores que nos hacen reflexionar sobre nuestro paso por este mundo, nos devuelven un reflejo poco amigable de nuestra condición humana y nos recuerdan que cambiar no es tarea imposible. Depende del granito de arena que aporte cada uno… Dejaros llevar por los Veraneantes, saldréis renovados.
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